lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Sabes realmente quién eres?

Comunicarnos, expresarnos, relacionarnos con otras personas, mostrar nuestras opiniones, nuestros sentimientos, hacer negocios, compartir información...esto es sólo un vértice de lo que supone la implantación de las tecnologías 2.0 en nuestra rutina diaria.

El anonimato se ha convertido en un bien etéreo: difícil de medir, de cuantificar o valorar. Para efectuar una compra a través de comercio electrónico, intercambiar documentos, pertenecer a una red social o simplemente buscar trabajo, es necesario facilitar y justificar tus datos personales. Lo único que hasta ahora, nos pertenecía por derecho propio desde el primer minuto de vida, se encuentra navegando por las redes, junto a otros perfiles personales, intentando capear el temporal de la suplantación de identidad o la apropiación indebida de datos.

¿Tendemos a convertir nuestra personalidad en una sucesión de máscaras?

Hoy, esa identidad que nos presenta al mundo como un ser individual y hasta ahora irremplazable, se ha convertido en un metal precioso que cotiza al alza en los nuevos mercados y empresas con filosofía startup: las identidades suman followers, "me gusta", forman parte de bases de datos y son el comienzo de prometedores negocios, que antes de realizaban "face to face".

La diferencia entre el yo personal y el yo digital, es que el segundo puede ser fruto de un proceso creativo y premeditado, que nada tiene que ver con el real. Cierto es que, la personalidad de cada uno,  sufre de ciertas variaciones, en función del lugar en el que nos encontremos: colegio, trabajo, familia, amigos....sólo la suma de estos entornos, puede ofrecer una visión global de la personalidad de un ser humano.

La digitalización de las relaciones y del día a día, dificulta esta identificación y hemos de buscar las diferencias entre la identidad ficticia, legal, virtual o real para completar el puzzle que nos permita ver la imagen, si no verdadera, lo más cercana posible de la persona que queremos conocer. 

¿Qué pasa cuando no sabemos controlar esta imagen que se construye en Internet a través del uso de las redes sociales? Sencillamente, perdemos el control de nuestra identidad y ni uno mismo sabrá quien es realmente en la red. Por ende, nos resultará más complicado, aplicar con cabeza las medidas necesarias sobre la difícil materia de seguridad en nuestros datos, y sobre todo de nuestra reputación.

Analizar el uso que queremos hacer de Internet e ir adaptándolo en función de los requerimientos que nos presente el día a día, es determinante para construir una imagen que no distorsione nuestra personalidad real:

  • Uso relacional: familia, amigos, conocidos
  • Uso laboral: buscar trabajo, pertenecer a círculos profesionales, compartir información especializada.
  • Uso creativo: dar a conocer nuestras aptitudes en una disciplina determinada.
  • Uso activista: muy utilizado en los tiempos actuales, las redes sociales se convierten en una plataforma de opinión y termómetro de la situación política y social de un país.
Una vez tengamos claro cuál va a ser nuestro uso de las redes sociales o la manera más coherente de convivencia entre varios, dejamos para otro post, el último debate que nos plantea la red social del todopoderoso Google:"privacidad vs identidad real"

4 comentarios:

  1. Felicidades por el nuevo reto! Te seguiremos, de cerca, y con amor ;-)

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  2. soy yo, l.pardo y mis/sus múltiples caretas. Felicidades x tu nuevo desafío!!! Vamos, rosa, vamos!

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  3. Un club de fans incondicional, es el mejor regalo que te pueden hacer, en determinados momentos de tu vida. ¡Gracias! Un nuevo reto que espero afrontar "amb força".

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  4. Pues...me apunto al vamos, rosa, vamos!...desde mi despiste con amor ;-)

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